PATIRROJAS

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martes, 18 de octubre de 2011

Consideración sobre la caza actual.

     La caza ha sido tradicionalmente una actividad de carácter rural, realizada a) por los terratenientes, tanto cuando vivían permanentemente en sus predios como cuando se instalan en la ciudad y visitan por temporadas sus fincas, y b) por los campesinos y agricultores como defensa de sus cosechas y para proveerse de proteínas animales con que complementar su dieta.
     De una actividad ‘penosa’, o que al menos suponía un cierto esfuerzo, ha pasado a ser un divertimento, una actividad de ocio ‘deportivo’, que acerca al hombre moderno, predominantemente urbano, cuyos conocimientos y actividad principal están alejados de la naturaleza, a una actividad que precisa conocerla, interpretarla y conocer las claves del medio rural, sea agrario, selvícola, o cuasi natural.
     Se ejerce, en general y de modo prioritario, sobre animales que se comportan como especies-plaga, es decir, sobre aquellas especies cuyas poblaciones medran a costa de la actividad agraria, sea porque se alimentan de las cosechas, sea porque se ven favorecidas por el hábitat agrario. Por eso muchas especies cinegéticas pueden considerarse ‘especies clave’ en el ecosistema, esto es, especies que trasiegan a su través una gran parte de la energía fijada mediante la fotosíntesis por los vegetales, sean plantas silvestres o domesticadas, hacia especies que predan sobre ellos, y que por, ser más escasas o vistosas, son consideradas especies protegidas (lince, águilas, pequeños predadores, etc.) y son objeto de interés conservacionista y de planes de conservación y/o de recuperación.
     La caza hoy se explota comercialmente, mediante el arrendamiento del derecho de caza al titular del mismo, sea propietario o no del terreno, en un mercado de intermediarios y ‘cazadores’ dispuestos a pagar por esos derechos, pero con un bajo o nulo conocimiento del sistema agrosocial en el que cazan, y con poca o ninguna implicación en su problemática, con mentalidad de comerciantes o de consumidores, y tendencia a la sobreexplotación de los sistemas naturales que la generan. La caza comercializada hoy considera a la fauna cinegética como ‘producción agropecuaria’, sometida a selección para ‘mejorar’ los trofeos o las densidades, y no duda en realizar esta producción ‘ex situ’ y valerse de siembras o repoblaciones para ‘garantizar’ la satisfacción del cazador. Junto a este tipo de caza convive una caza que prefiere la calidad del lance, la ‘autenticidad’ del ejercicio venatorio, el esfuerzo sobre piezas más o menos escasas, para el que ‘cazar’ es ‘estar cazando’, independientemente de que se abatan más o menos piezas, y una caza local que tiene un alto valor social convivencial.
     La caza es una actividad muy diversa, con muchas modalidades, cada una con sus características y liturgias, y dentro de cada modalidad se pueden tipificar muchas formas distintas de ejercitarla. Por esta razón no se puede hacer un pronunciamiento global o tajante sobre su contribución al desarrollo sostenible. Hace ya tiempo que los planificadores saben que, para realizar una correcta gestión de los recursos naturales, deben evaluarse no sólo los usos, sino también las prácticas concretas con que se realizan éstos.


Texto extraído de http://www.ruralnaturaleza.com

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