Somos individuos a quiénes Dios nos reavivó genes ancestrales que nos inducen a practicar un viril deporte que en el pasado fue una necesidad para sobrevivir. Los individuos que tengan latente el impulso de cazar, además de conservar sin mutación el gen que determina este impulso, conservan otras herencias de los grandes antiguos, de los valientes, de los principales de los pueblos del pasado remoto, de los que se arriesgaban para dar el sustento a su gente. Por eso, la generalidad de los cazadores son triunfadores, hombres de carácter y de nobleza, fuertes espiritualmente, que saben, además, comulgar con la naturaleza y su Creador.
Solo un verdadero cazador es capaz de "disfrutar" las incomodidades a que la mayoría de ellos se somete. Dejar el aire acondicionado, la mullida cama, las atenciones caseras y someterse al frío y la lluvia, dormir en el catre de campaña y a veces en el vil suelo, cocinar en ocasiones agachado sobre una rica lumbre de leña de mezquite, levantarse de madrugada e irse con solo un café entre pecho y espalda al espiadero y si el día esta bueno (nublado) continuar ahí hasta que salga un "cacaixtlón".Es lamentable que en estos tiempos, pequeños grupos de personas en busca de notoriedad, escudándose en la bandera de los auténticos ecologistas, intenten desprestigiar al verdadero cazador y aprovechando los desmanes de dos que tres depredadores, quieran encasillar entre éstos al cazador deportista que se apega a las leyes y reglamentos que estudiosos de todo el mundo han ayudado a legislar para regular esta vigorosa práctica deportiva.Los cazadores sabemos quiénes somos y qué buscamos. No importa que se levanten por ahí voces en contra nuestra de personas que ignoran qué es la cacería, por qué y para qué sirve. A esas personas las invitamos a conocer esta actividad deportiva que está regida por leyes y reglamentos elaborados por verdaderos ecologistas del mundo, sustentados en razones científicas y que los auténticos cazadores respetan y obedecen..
Entonces, según ustedes y la descripción nada ostentosa que hacen de si mismos como cazadores, los que no somos cazadores porque respetamos la naturaleza y preferimos ver a las aves volando o a los machos monteses paseando sus cuernas por la sierra, somos unos perdedores, sin carácter, seres despreciable y mezquinos, de espíritu débil y encima, no comulgamos con la naturaleza de la cual provenimos y menos aún, del Creador...pues no estoy de acuerdo con esa afirmación. En cuanto la caza deja de ser algo necesario para la supervivencia (y esto dejó de ser necesario en cuanto el hombre se hizo sedentario y aprendió a cultivar la tierra y a domesticar animales, años ha), la caza se convierte en actos de diversión de los poderosos y en vehículo exclusivo y determinante para que se hayan extinguido decenas de especies animales, algunas de ellas en España, como el bucardo de los Pirineos. Las razones ecológistas y científicas que hablan de los bienes de la caza solo las creen los cazadores que las encargan, pero los auténticos ecologistas y amantes de la naturaleza no creemos que la eliminación de depredadores naturales para no tener competencia en el terreno de la caza es cualquier cosa menos "ecología". Y podría seguir así con muchos datos, pero me parece que va a dar igual...es una lucha estéril.
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